Subiendo en la jerarquía monástica

Quisiera empezar esta cata haciendo referencia al comentario anterior del compañero Disfraz, pues creo que define muy bien mi manera de pensar: "Mucha gente estima que la cerveza es una bebida inferior al vino y - quizá - que no es digna de su paladar. Hay que recordar que los monjes elaboraron vinos y cervezas con el mismo esmero..."

A la vista es de color marrón chocolate algo clarito con espuma beige abundante, de aspecto cremoso y poro grueso con escasa permanencia.

En nariz dominan los dulces: caramelo, chocolate, miel, licor de café, toffee, mermelada de frutas, uvas pasas... y por supuesto el plátano madurito.

En boca se muestra de entrada dulce, como no podía ser de otra manera, fruta macerada en licor suave, plátano, melón... También matices de frutos secos y café tostadito que le da un final amargo persistente. De cuerpo medio con carbónico fino y chispeante que le da un plus de corpulencia.

Botella clásica con divertida etiqueta. Ya lo comenté en la Kapittel Pater pero es que me resulta muy graciosa la imagen de los monjes brindando con esas peazo cervezas, jejeje!

Adquirida en Distribuidor de Cervezas por 1,74 €.

Cerveza de las mías, licorosa, picantona, cargada de aromas y sabores agradables de las que digo: JO, QUÉ RICA!!
Me repito, lo sé, lo digo una y otra vez, pero qué listos eran los monjes! Menudos bebercios se preparaban!