Marevinum

Cata de la gama Arrayán

    

    

     Situada en el norte de la provincia de Toledo, e inscrita en la Denominación de Origen Méntrida , la bodega ocupa unas 26 hectáreas  de las más de 600 con que cuenta la enorme finca de caza que posee la familia Entrecanales en el término municipal de Santa Cruz de Retamar. La plantación se estableció en 1.999, bajo el apoyo técnico del australiano Richard Smart en la viña y de Miguel Ángel de Gregorio en la bodega.
 La bodega responde a un proyecto muy personal del empresario Jose María Entrecanales (Acciona,  Peñascal, Viña Mayor y Bodegas Palacio) y es gestionada en la actualidad por su viuda María Marsans, quien participó activamente en el proyecto desde su gestación. La primera añada de vinos Arrayán vio la luz en el 2.003.


     De las 26 hectáreas cultivadas, a groso modo 13 pertenecen a la variedad syrah, 4 a la merlot, 4 a la cabernet sauvignon y dos y media a la petit verdot, estando conducidas en espaldera, con la particularidad de que los pies de viña se plantan muy próximos dos a dos, de manera que las raíces compitan entre sí y profundicen en el suelo arenoso y pobre de la propiedad, para ofrecer así una mayor mineralidad al vino. A esto se une una alta densidad de plantación (4000 cepas/ha.), lo que hace una distribución de casi 1x1, que provoca un enorme estrés hídrico y radicular a la viña, que se verá traducido en la alta calidad de la uva vendimiada.


     En la actualidad la bodega ofrece una línea de seis vinos: un rosado y cinco tintos, donde el único sin crianza es el rosado, siendo el resto dos monovarietales de syrah y petit verdot (hubo un merlot y un cabernet sauvignon, pero no dio el resultado esperado) y otros tres que contienen en su coupage las cuatro variedades que posee la propiedad, en distintos porcentuales. A modo de visión general, destacar su reducida producción  (72.000 botellas en total) y la búsqueda de un tipo de vino completamente distinto al elaborado en el resto de la zona, creando vinos de corte atlántico y norteño que huyen de la pesadez alcohólica y extractiva de otros obtenidos en sus mismas condiciones geográficas, de insolación y pluviometría. Tienden más hacia la viveza, mineralidad  y frescor vegetal de vinos de como poco trescientos kilómetros hacia el norte.


     Aún a riesgo de generalizar y elucubrando un poco (con las consecuencias que ello conlleva), veo que la bodega ha creado una línea de vinos exquisitamente cuidados y terminados, destinados a un consumidor si no entendido, al menos iniciado en el vino, ya que de lo contrario una gran parte de matices y sensaciones que éstos expresan  quedarían sin disfrutarse. Son precisamente en estos elementos diferenciadores donde creo que reside el mensaje que esta bodega pretende ofrecer. Su precio, por encima de la media, se justifica precisamente en estos conceptos y en la idea de ofrecer sólo lo mejor que da la viña, sin caer en la comercialidad ni en las producciones masivas. Si cuentan, como  así lo creo, con un buen colchón económico, adelante y buena suerte en esta época en la que hasta los “grandes” están sacando al mercado marcas low cost (valgan Sela y Termes como ejemplos).


     Como últimos apuntes, destacar que el nombre  “Arrayán” que es como llamaban los árabes al aromático mirto, viene dado por el nombre del velero que el propietario de la bodega, gran enamorado del mar, poseía en el puerto de Palma. También hacer constar que estos vinos van a ser distribuidos por Makro, en cuya sede de Alicante tuve la ocasión de catarlos en compañía de su sumiller y nariz de oro  2.010 Andrea Alonso,  de la enóloga de la bodega Maite Sánchez y de su director comercial Álvaro García de Oteyza.


     Respecto a la cata de los vinos, que ya desglosaré uno a uno en su momento, adelantar  a modo de pinceladas, que el rosado 2.009, con alma de tinto y bastante original, estaba algo sobrado de tiempo y de temperatura, que los monovarietales del 2.005 son fieles representantes de la línea sutil y fresca de la bodega y respetan las características de la casta, que el Selección 2.007 me parece que está de más en la gama, quedando como un eslabón roto entre los varietales y sus dos hermanos mayores; que disfruté cada segundo de la evolución, sutileza y buen hacer del Premium 2.004 y que tuve la ocasión de probar en primicia el Estela 2.007, vino homenaje al creador de la bodega y que cuando cumpla la guarda que pide a gritos, será un vino que dará mucho que hablar al que tenga la suerte de contar con alguna de las escasas 2.600 botellas con que cuenta la edición.


 


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