Vino de color amarillo pajizo con destellos verdosos encerrado (como dice el maestro Jacomur) en botella borgoñona.
En nariz es más intenso que complejo, con frutos tropicales madurotes, cítricos y flores.
En boca entra muy fresco y ácido pero al paso se muestra algo cansino, con exceso a mi gusto de perfume y fruta. La frescura regresa al final, con algún balsámico interesante. Y si hubiera disfrutado de algún amargor... pues mejor nos hubiera ido. Pero no.
No obstante, me pareció un correcto blanquito.
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