Rojo cereza con borde teja. Limpio y brillante. Capa media.
Nariz fresca y expresiva. Parece mentira que hablemos de un vino del 2000, es verdad que doce años no son tantos, pero es que aún conserva unos enormes aromas primarios. Al principio descubrimos moras, frambuesas y tierra mojada. Poco a poco se torna complejo y aparecen leves tostados de la madera, tabaco negro, tonos animales, cueros y caza, chocolate amargo y mineralidad.
En boca nos encontramos con un vino delicado con un paso aterciopelado dominado por una excelente acidez. Alcohol y madera trabajados con primor. Frutas rojas y negras, ahumados, tapenade, apuntes terciarios, humedad y piedras.
Final largo y completo.
Un vino con mucha vida por delante. Elegante, discreto y balanceado.