La última botella

Tras varios años disfrutando de esta magnífica añada, ayer me despedí de la última botella, la cual no defraudó pero quedó muy a las claras que a partir de ahora el vino ya no iba a ganar sino más bien todo lo contrario.
Color dorado tendiendo a cobrizo con destellos naranja que desvelan su evolución.
La nariz sigue siendo un compendio de matices, membrillo, tartas de frutas, mieles, cítricos dulces, sensaciones licorosas y tantas cosas como nos ha regalado este vino en los últimos años.
En boca sigue siendo una delicia, su tacto, su equilibrio entre una acidez que ha perdido brío y las sensaciones golosas unido al punto licoroso que ha alcanzado tras evolucionar provocan sensaciones complejas que quedaran en mi memoria, así como su final sin fin que no se acaba.
Adios Antoine, a ver si alguna añada próxima consigue esta evolución.

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