Regresando a las buenas Garnachas...

Y es que siendo amante de todo lo bueno que se elabore en cuanto a esta variedad se trate, contaba como una pequeña decepción la impresión que tiempo atrás me dio este vino en su añada anterior. Y además, siendo como soy seguidor de este gran tinto del Somontano.
En el caso que me ocupa, parece que con este 2008, he logrado resarcirme un poco de mis impresiones anteriores con el 2007.
Pasamos por el decantador el vino, una media hora antes de servirlo.
La primera diferencia que encuentro con el 2007, es la de un vino más accesible; se descubre antes con un breve decantado y resulta más fácil de diseccionarlo con el tiempo; lenta, pero sensible, la evolución en la copa.
En la fase visual, viste un profundo picota oscuro de buen brillo y bastante capa. Nos obsequia con una abundante y densa lágrima en la copa, más transparente que tinta.
En la nariz, lo dicho anteriormente: comienza a mostrarnos cosas. Tímida fruta roja medio madura con tintes licorosos. Ciertos repuntes lácticos (estos se perciben mejor en el trago), leves tostados y suaves notas especiadas. Todo de forma no especialmente marcada e intensa. Aunque en conjunto resulta atractivo. Fondo balsámico más perceptible cuando evoluciona en la copa.
En boca, domina por encima de todo la fruta roja y una notable acidez, que nos indica la juventud todavía acusada de este tinto. Debo reconocer que el vino me vuelve a recuperar el gusto por la Garnacha de la zona, esa tinta que siempre hay que valorar. Si bien este Secastilla no llega a las expectativas creadas todavía, y de estar por debajo de las añadas 2003 o sobretodo 2005, si cabe decir que por lo menos está un punto por encima de la 2007 y pienso que mejorará con el tiempo en botella.
Veremos a ver dónde nos lleva...