Rosado de cabecera.

Tercera añada, la de este rosado de la bodega que dirije Mariano de Beroz.
Y poco se puede decir acerca de este vino, por suerte, todo ello positivo y que sigue en su línea atractiva de plenitud.
Visualmente, luce como muchos (y como pocos, también); vistiendo un preciosista rojo fresa muy intenso y luminoso. Lágrima perceptible en la copa.
La nariz sigue aportando ese "plus" o "algo más" en los rosados: notas de fruta fresca, dejes vegetales y notas de levaduras y miga de pan. Toques minerales. Complejidad en conjunto.
Y la boca, otro tanto: aún nos desmarca más de otros rosados. Lejos de la golosidad empalagosa de otras creaciones, mantiene una estructura seria y sus 14 grados hacen que este vino nos regale plenitud, trago largo y sabrosura a raudales. La fruta se siente al final del paladar. Cerezas rojas, fresas silvestres y un fondo de sirope de fresa y piruleta que, repito, no cargan. Notable persistencia frutal.

Un rosado de cabecera y que no debe de faltar nunca en la bodega unas botellitas.
Además, sigue con un precio de risa. Muy rico.

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