Más allá de cualquier nota de cata, creo que vale la pena narrar la historia de esta botella en particular.
En 1810 fueron cosechadas las uvas de la variedad Sercial que se transformaron en el Reingold de una noche excepcional.
Henrique Menezes Borges adquirió el vino justo antes de fundar su propia empresa, H. M. Borges, en 1877. H. M. siempre fue reconocido como uno de los más grandes conocedores de Madeira, hasta su fallecimiento en 1916.
Su hijo João Maria transvasó el gran vino en 1932, desde una pequeña barrica a tres damajuanas (el nombre probablemente deriva de la ciudad persa Damaghan).
En febrero de 1989, justo un mes tras la muerte de João Maria, sus seis hijos deciden embotellar y repartirse la preciada herencia familiar. Cada uno de ellos recibió apenas 9 botellas de Sercial 1810.
José Gonçalves Borges murió el año 2009. Maria, su viuda, proporcionó una de sus nueve botellas al filántropo Critov Leuman, quien dentro del contexto de una cena memorable compartió esta botella de Madeira y parte de este texto con un servidor y otros afortunados enófilos.
El Sercial 1810 que bebimos estuvo un total de 122 años en barrica, 57 años en damajuana, 21 años en botella y toda una eternidad en la copa de cada uno de los privilegiados asistentes.
Acompañamos este señor vino con queso de oveja añejado por 8 meses, higos traídos desde Turquía y nueces de la India; y como dijo Critov Leuman, nos sumergimos en las profundidades del río que guarda los indescifrables secretos del Reingold. Fuimos inundados por las infinitas esencias de chabacanos, damascos y odaliscas, nueces y especias orientales, miel de acacia, polen y jalea real, ralladura de naranja, como si todo se concentrara en Funchal, junto al horno de leña en la cocina de Maria, viuda de José Gonçalves Borges.
¿Qué más puedo decir? No me atrevo a puntuar este Madeira. Degustar uno de estos vinos prefiloxera debe ser considerado uno de los mayores deleites y honores para un Enófilo.