Un vino magnifico y que mira hacia dentro.

Amarillo pajizo dorado con irisaciones alimonadas, levísimos y finos rosarios de burbujas dispersas. Nariz que expresa matices secundarios evolucionados y terciarios de suma elegancia abrazando a una fruta blanca madura ( manzana verde ) y a otra como los albérchigos, junto con notas vegetales ( corteza y savia ), de levadura, pan integral, mazapán, mantequilla rancia, flores marchitas, anacardos y esa sensación mineral de fósil y de tierra de maceta mojada ( que a veces recuerda a lo fúngico y a lo alcalino ). También hay olor a granero de paja, polvo de carretera, cañizo – esparto y de levadura fresca. En boca es un espectáculo, redondo y equilibrado, pero a la vez con un corazón frutal muy vivo y fresco. El carbónico está muy integrado, realza lo frutal y acompaña en el paso al resto de sabores hasta llegar a un posgusto amargoso y vegetal, sápido y persistente, con su pequeño “ petillant “ y puntita seca. La fruta se percibe carnosa y cercana al hueso, junto con matices vegetales / herbáceos. Creo que mejorará más en botella. Retronasal elegante donde salen también los aromas de la nariz. La distancia lo separa, pero al mismo tiempo lo noto muy cercano en similitud con los finos de Jerez de larga crianza y en rama. Parece como si los suelos blancos de albarizas de Jerez y los de esta zona de Cataluña, su crianza biológica de un lado y la de lías y en botella en otro, se hubiesen puesto de acuerdo en esta sinfonía organoléptica que solo los grandes vinos de suelo pueden llegar a dar. Un vino magnifico y que mira hacia dentro.