La última botella que me queda

Un Palo cortado de gran calidad, del que más de una vez hemos hablado por Verema, hoy tan solo queda una botella del acopio que hice hace ya más de un año.

La miro, me mira, los dos sabemos que todo es finito, que llega el momento de estar juntos, íntimamente, sin prisas, el tiempo es nuestro.

De un color ambarino y reflejos cobrizos, se aprecia la densidad y su peso en copa, una densa lágrima cubre las paredes interiores del cáliz, dejando a su paso una lluvia preciosa.

Acercando la nariz una explosión de aromas profundos aparecen y me abrazan, el olor de un escritorio antiguo, los barnices junto a avellana tostada, nueces, amielados, ligera salinidad y un toque cítrico como de piel de naranja olvidada.

En boca es largo, muy largo, eterno, con una entrada cálida, suave y de buena acidez, con una untuosidad que me hace estremecer, los aromas a barnices, maderas antiguas, avellana tostada y nueces me inundan y me llevan a un viaje del que no quiero regresar.

Un gran Palo cortado.

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