Nueva botella de este vino que nos confirma las sensaciones iniciales. Nos encontramos ante un auténtico Mortet, un vino con el marcado estilo de su productor, aunque tras el fallecimiento de este en 2006, el estilo del Domaine se ha “suavizado” un tanto.
Vino auténtico, lleno de personalidad, poderoso, pleno, pero con todos sus elementos perfectamente conjuntados. Con perspectivas de evolución.
Ante todo nos encontramos por tanto con un estilo más Mortet que Gevrey en un excelente villages lleno de personalidad, aunque su precio resulta un tanto elevado. En cualquier caso, un vino para amantes de lo auténtico.

Rojo rubí, ribetes rojizos, capa media-alta.
Es intenso en nariz, complejo y profundo. Al principio nos da notas especiadas, clavo, pimienta negra, nuez moscada, con algunos recuerdos de frutas riojas maduras. Con el aire nos va mostrando una gama ahumada y mineral, con ciertos recuerdos de café en grano y tabaco de pipa. Un vino de gran concentración aromática.
En boca nos muestra el estilo reconocible de este gran productor, siendo un vino de gran estructura y poder, pero perfectamente integrado y contenido. Tiene una acidez definida, un paso redondo y con peso y un final de buena longitud y amplio, dejando notas frutales, ahumadas y especiadas. Buena persistencia y taninos firmes y nobles.
Tras la trágica muerte de Denis en 2006, los vinos de esta añada siguen llevando su inconfundible impronta y estilo, que puede gustar o no, pero que desde luego denota un gran trabajo en la viña y en la vinificación. Un gran vino. Habrá que ver hacia dónde va el estilo del Domaine en manos de su hijo. Unos 80 euros, bueno pero caro.