Lo que mejor define a este vino es su balance y elegancia. Es comunal de Chambolle, sí; pero es de Comte de Vogüé. Y es de viñas viejas.

Esta ha sido el vino que Dios puso en nuestra mesa esta Nochebuena. Bello color rosa-escarlata. No hay nada de exhuberancia en su carga frutal bien definida a fresas, grosellas y ciruelas rojas, con un fino toque de terruño, humo y suaves especiados, todo enmarcado en una frescura que levanta al vino en boca, donde discurre con notable integración, equilibrio y raza hasta la salida, en donde asoman claras notas florales. En su juventud, éste es un chambolle más bien serio, pero con un discreto encanto montado sobre una firme estructura. El único problema es el precio. Por 106 CHF (unos 70 euros) uno puede acceder a premier crus de otros vinateros, algunos de ellos muy ilustres. Más que eso, sería cuestión de qué quiere uno: la confiabilidad de un village de un domaine como éste, o el terroir de viñedo único en otros.