Este barolito, de esta cosecha, carece de garra, de empuje, de fuego. Y sin embargo, quizá lo tendría entre uno de mis elegidos para iniciar en el duro peregrinaje en la búsqueda del grial piamontés a quien se interesara en escucharme. Algo poco viable cuando uno tiene sólo tengo dos lectores quienes constantemente amenazan con desertar.
Específicamente, lo usaría como ejemplo de un barolo evolucionando rápido y es directo, sabroso y con apenas los matices necesarios para darle interés y mantenerlo fácil de apreciar con sus aromas de alquitrán, tabaco rubio, tierra, hongos, algún toque de chocolate y pastelería. Su fruta recuerda a los frutillos que uno cuece antes de hacerlos compota, y aunque está un tanto en segundo plano redondea un perfil elegante. Es muy gentil en boca, con una tanicidad inconfundible de nebbiolo, se siente algo evolucionado con acentos de cárnicos, caza y algo de cueros; un mentol aparece por ahí en el retronasal. Pero la estructura del vino es delicada y sin la finura para merecer el calificativo de "femenina". Y aun si fuese femenina, pues diría que estoy ante una joven desnuda junto cuando preferiría verle en su más irresistible lencería. 59 CHF en Zurich (unos 39 euros).