Evolucionando...lentamente, modus noventa y seis...

Los vinos millesimé 96 de la Champagne...avanzan a su ritmo particular; diez meses después, este Mesnil de pureza incontestable se muestra algo más fino en nariz (mantequillas y cítricos dominan el bouquet), sensiblemente más redondo y sedoso en boca, exactamente con la misma acidez punzante, estructurante y organizadora del resto de elementos y, globalmente, más elegante y placentero.

Arrasa las papilas, prepara la boca para el siguiente bocado y aguanta sobradamente unas albóndigas de buey, un solomillo de vaca y unos huevos con patatas y foie, como si del más corpulento vino de Burdeos o el más pesado de Toro se tratase.

Y tendrá una vida larga; y evolucionará despacito y con buena letra; y seguramente cuando entre en ese periodo dorado -previo al inicio del fin- de miel, pasteles y mantequilla de los grandes Chardonnays...o ya no quedarán botellas...o ya no estaremos aquí para disfrutarlo.

Espectacular.

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