Elegante potencia y concentración frutal

No deja de sorprenderme, cata tras cata, este Tagonius Crianza de 2004, por el que pasan los meses en la botella como paño de seda sobre plata, afinándolo, integrando su complejo buqué, suavizando sus carnosos taninos y dotándolo de elegante potencia.

El descorche ya anticipa la belleza de su porte visual: el corcho aparece tintando en su final, de un picota intenso, casi negro, el mismo color que presenta el vino, muy cubierto, de alta extracción, con algunos reflejos violáceos aún, a pesar de que el tiempo en botella, presumiblemente, lo podrían haber apartado de sus primeros tiempos de juventud.

La nariz es un derroche de notas de maduración frutal. En un primer instante, que apenas dura unos minutos, las finas y gratas maderas, aún se resisten a dar la mano a los aportes frutales. Sin embargo, tras una leve aireación, la fruta negra arremete con franqueza en la copa y la dota de ricos aromas de moras y arándanos negros, muy maduros, prácticamente compotados, en conjunción con aportes de fruta roja fresca que, muy amablemente, aportan frescura al buqué. Las flores moradas (esas violetas...) aparecen con sutileza para dar fragancia de perfume aromático y embriagador. Las maderas comienzan su sinfonía en allegro moderato, con notas de especias dulces, cremosos vainílicos, a los que sigue un gustoso cacao y chocolate que acaban en arpegios de cafetales y algunos apuntes de pimienta de Jamaica, para atacar los compases finales con envolventes balsámicos de menta y regaliz. Algunas notas minerales, terrosas, acaban de dar los últimos toques al elegante, integrado y complejo cuadro aromático.

La boca están en un momento enorme, donde la fruta, negra y roja, madura y fresca, pesa sobremanera en boca, concentrada, transportada por una textura aterciopelada que forman unos taninos jugosos y carnosos que hacen la delicia del paladar, llenando las papilas gustativas con sabores frutales que son, a la vez, frescos, amables y golosos. El largo final y la retronasal de especias dulces y cafetales, lo convierten en un placer completo para los sentidos.

Sólo falta destacar la excelente relación calidad-precio de este vino: por los 10 euros que cuesta uno puede concluir que es bien fácil darse un buen homenaje de vino madrileño. Seguiré su evolución a lo largo del año: creo que el vino merece ser seguido muy de cerca.

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