La última botella y como casi siempre suele ocurrir es la mejor. En nariz

La última botella y como casi siempre suele ocurrir es la mejor.
En nariz la intensidad es mediana, el dominio de la madera vieja es total, aunque aquí con el cuero y los tabacos, aparece un pelin de fruta confitada, también especias.
En boca es muy suave, paso de boca con buen equilibrio, aunque con poco cuerpo, retronasal dominado por las maderas y final con persistencia a "más de lo mismo".
El mejor de todos los decrépitos del 64.

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