Es uno de los primeros tintos portugueses que consumo, después del consejo de Jordi de Vilaviniteca. Realmente fue un buen consejo, un vino curioso y grande. Color cereza intenso. En náriz tiene una gran con aromas de fruta y de madera bien integrada. En boca es un vino potente, como un buen duero, muy equilibrado y redondo con unos taninos potentes pero bien integrados. Es muy sedoso y aterciopelado y se nota la fruta negra y notas de la madera pero bien conjuntada. Deja un postgusto extraordinario. Un gran vino.
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