Con el recuerdo reciente del Redoma Blanco aún revoloteando por los

Con el recuerdo reciente del Redoma Blanco aún revoloteando por los sentidos, este Belondrade palideció más de la cuenta. Sigue pareciéndome un buen vino de corte moderno y un tanto excesivo, pero no aguanta el tipo frente a su vecino. No obstante, en esta añada el Belondrade se muestra más comedido en lo que a maduración y uso del roble se refiere. Sin duda más elegante, más refrescante también y hasta con un peso del alcohol menos evidente. Frente al Redoma pierde la partida en persistencia, en profundidad y en complejidad, pierde en anchura y en largura, y eso es mucho perder. Pero es lo de menos. Lo de más es que sigo sin encontrar por ningún lado su supuesta tipicidad varietal, y es que la personalidad de la verdejo (y no se puede negar que ésta la tiene y mucha) no asoma el hocico por ningún lado. Parece un blanco "sin variedad aparente", lo mismo hubiera dado proponerlo con sauvignon que con chardonnay, tantas lías finas, tanta maduración llevada al límite, tanto roble reluciente se hubieran encargado de dejarlo tal y como está ahora. Vaya, y sin embargo, me gusta, aunque sin abusar...

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