Color cobrizo, ribete sin distinción de tonalidad, atejado, refresco de cola, con evidentes síntomas de evolución, lágrima fina abundante y de caída perezosa que no termina de llegar hasta abajo.
En nariz aparecen aromas no limpios del todo que abarcan desde notas ajerezadas, duela envinada, rebotica, endrinas, dejes licorosos, brandy, pacharán, guindas, hojarasca húmeda, trufa, recuerdos animales, sacristía (sándalo, incienso), hasta notas algo más golosas como naranja escarchada en confitura y miel. Trazas de acetona intermitentes.
Su paso por boca, reitera esos sabores salinos que apuntaban en la fase anterior, vino oloroso, de paso diluido , ligero, algo deslavazado, como empezando una suerte de caída digna, con apenas acidez. Cenizas, ahumados. Recordando épocas doradas, aunque un peldaño por debajo de la añada del 64. Tacto algo arcilloso, recuerdos a refresco de cola y permanencia un tanto volátil. Magnífica evocación de un gran vino hasta hace no excesivo tiempo.
Puntuarle en estos momentos sería empañar a todas luces, un gran vino