Esta añada no deja de sorprendernos

Rojo rubí, ribetes ligeramente atajados, capa media-alta.

Nariz de buena intensidad, que necesita de una importante dosis de aire para expresarse por su importante presencia inicial de reducciones. Con ese aire va apareciendo un ligero tono de frutas maduras y licorosas, cueros, hoja de tabaco, especias, maderas nobles, algún recuerdo mineral y herbáceo, además de un ligero tono ahumado y tostado. Nariz realmente pletórica de expresión y que no hace sino mejorar con el aire.

En boca es un vino vivo y expresivo, sabroso, con una acidez presente y marcada, un paso firme y esférico y un final de enorme equilibrio y que nos deja sensaciones de frutas maduras y especias, con un tono ahumado en el posgusto. Taninos todavía presentes, aunque ya perfectamente integrados en un conjunto redondo y encantador. Se nota la enorme añada a la legua. Buena persistencia.

Un Riscal legendario como corresponde a la que es una de las grandes añadas del siglo XX tanto por calidad como por cantidad. Sin ser el mejor 64 que hemos probado y ni siquiera el mejor Riscal (el 1925 nos pareció superior), se trata de un vino legendario, de esos imprescindibles y que hay que conocer para saber de dónde venimos y … a dónde vamos. Un grande.

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