Cuando este vino costaba unos 25€, lo bebíamos de forma desenfadada y sin plantearnos mucho más. A día de hoy, que está sobre los 150€ (y eso bien comprado), empezarnos a hacernos preguntas… Es una buena chardonnay (cítrica y eléctrica), aunque en comparación con sus hermanas (quizá con las de la zona de Chablis, ya que es a las que más se parece), sufre ya no sólo por el precio, sino por lo que hay de fondo. Está bien, como digo tiene ese toque a limones que lo dota de una frescura “extra” y también muestra ese deje lácteo (a nata, concretamente), tan típico del Jura y de Ganevat. Va sobrado de acidez, no se le nota demasiada madera ni alcohol y la impronta, claramente es la de la Casa. Incluso, para tratarse de un 2018, “annus horribilis” en toda Francia, encontramos lozanía. El problema es que por ese dinero, todavía encuentro cosas en Borgoña que me gustan mucho más.