Me encuentro ante una botella de vino de una bodega que durante muchos años ha sido el abanderado del chacolí en las Vascongadas. Para mi, junto al Izhasmendi 7, es de los de podium.
El vino se presenta en una botella tipo Rhin que está vestida con una etiqueta sencilla, clásica y elegante. El corcho que la cierra es de silicona y poroso. En él viene el nombre de la bodega.
A la vista un color amarillo dorado. Limpio y brillante. Con una fina y lenta lágrima en su deslizamiento por el cáliz de la copa.
En nariz notas de manzana fresca, cítricos y miel.
En boca es untuoso, equilibrado, elegante, frutal, glicérico ( esas lías), mineral y con una fresca acidez que invita a beber y que le puede otorgar 2-3 años más de vida, pero perdiendo frescura.
Más que grato y frutal paso de boca. Es un vino largo. Me da una permanencia de 2,15 minutos.
Es un vino que considero hay que consumir en 1-2 años. No ha sido mi caso, por un despiste en el almacenamiento.
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