Mediocridad embotellada.

Vino presentado en una botella borgoñona que está vestida con una etiqueta sobria, sencilla y con cierta elegancia. El corcho que la cierra es de aglomerado e indicando el nombre de la bodega.

     A la vista un color amarillo pálido, limpio, brillante y con una fina e iregular lágrima que lentamente se desliza por el cáliz de la copa.

     En nariz frutas tropicales junto con levaduras "exóticas", algo de cítricos en forma de limón y poco más.

     En boca está abocado, es equilibrado, frutal, tropical y manteniendo una acidez que le puede dar un poco de vida. Sencillo y ligero paso de boca. Tiene poco volumen y su permanencia en boca es de 50 segundos.

     Es barato pero no merece la pena experimentar con él.

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