Un Ribera todoterreno....

Muy bonito el packaging, muy cuidado. La etiqueta me gusta mucho, no solo su diseño sino la historia que cuenta sobre la crianza. La contra también me gusta por su claridad y facilidad para leerla. El diseño sencillo de la cápsula y el corcho también acompañan a la presentación de la botella.

Vino brillante y limpio. Capa media y contenido en lágrima medio alto. Color rojo picota con reflejos granates en el ribete.

Intensidad aromática media-alta. Al principio, nota punzante de alcohol pero que va desapareciendo. Frutas rojas maduras (frambuesa, cereza, grosella roja). Al fondo un poco de fruta negra, tipo moras. También popurrí de pétalos de flores (no muy secos), granadas, y regalices. Además, vainillas, caja de puros, anises y mentolados. Hay algunos aromas a serrería y madera nueva que no me parece que estén muy integrados.

Al ir tomando temperatura, gana en especiados (pimientas...) y en cacao

Entrada fresca, ácida pero no demasiado. Paso amplio en boca y final con amargor. Todo lo anterior se ve equilibrado con el dulzor del alcohol.

Aromas en boca muy parecidos a la fase olfativa, frutas rojas muy maduras, algo de fruta negra y mucho más balsámico en boca que en nariz. Cacao y especias en boca también. Tanino muy pulido para ser 2018. Cuerpo medio y final muy persistente.

Creo que tiene una relación calidad precio buenísima. Me parece un vino muy todoterreno.

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