Un vino que recuerda a los inicios de la Ribera del Duero.

Cuando se vendimiaron estas uvas, incluso cuando se empezó a comercializar este vino, no existía la perspectiva que hay hoy en día sobre la Tinta del País, tampoco existían muchas pruebas de que estos vinos perdurarían en el tiempo, pero algunos se lanzaron a la travesía de elaborar grandes vinos, seguramente con mucha ilusión. Estamos ante matices terciarios, también dulzones, de humo y tueste, con los que la madera americana baña a unas uvas Tempranillo con sabores más exóticos y oscuros que sus vecinos riojanos que a veces necesitan el coupage de la mazuelo y graciano. Además, ostenta otros aromas más fúngicos, de hojarasca en descomposición, de turba, líquenes y hongos trufados. Hay cárnicos, menta, tabaco, especias blancas y notas de caucho quemado que tienen mucho que ver con el carbón vegetal. En boca es muy rico, mentolado, con tabaco, ahumados integrados en el posgusto levemente amargoso y que por vía retronasal salen con la fruta roja madura, sápida, de excelente acidez, con anisados y especias dulces. Un vino que recuerda a los inicios de la Ribera del Duero, a la oscuridad de los matices terciarios y a esos ahumados tostados que acompañan a una fruta espolvoreada en especias y tabaco. Magnifico exponente de vino español y de vino de Ribera del Duero clásico.

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