La lógica se vuelve legalidad y gracias a la tenacidad de muchas Bodegas de Ribera del Duero la Albillo Mayor se impone como una realidad en la zona bajo los brazos abiertos del Consejo Regulador, que esta vez ha actuado como hilo conductor de esa evidencia. Hablan de momento histórico, ojalá lo sea y quieren que a la Albillo siempre se le ponga el apellido de Mayor, como seña de identidad. Esta uva se utilizó por unos pocos elaboradores para mezclar con las uvas tintas en los mismos viñedos, para algunos un contrasentido y para otros la puerta para cierta frescura añadida a la Tinto Fino. Aún queda por ver su verdadero comportamiento en botella, su capacidad de transmitir el suelo y que no se sustente solo en el uso de barricas de primera línea y buenos diseños de etiquetas y botellas pesadas. En este caso el vino es sincero, necesita aireación para transmitir un recuerdo de peras, cítricos y pino. En la boca la misma fruta se ve envuelta en una leve cremosidad de la madera con un deje herbáceo que apoyado en su acidez traslada una notita de frescura. Al final se intuye cierta mineralidad calcárea y de piedra de rio, con esa cáscara de limón cremosa en el posgusto. Hay equilibrio y acidez, creo que esto será la piedra angular de estos nuevos vinos blancos. Va ser muy didáctico ver la evolución en los próximos años. Empuje por parte de las bodegas y del Consejo Regulador no le faltará. Además, son Bodegas importantes, ya resueltas, con experiencia y técnicas enológicas profesionales, por lo que es un vino alejado de experimentos de sierras y de viñadores, que a veces pecan en la ingenuidad más humana y por ende comprensible, tanto del que los elabora como de sus allegados críticos. Junto con el vino El Lebrero de lo mejor hasta ahora. Estupendo.

Color amarillo pálido y lágrimas finas y densas.

Fragante, las notas de la crianza se aprecian con moderación y buena definición. Manzana madura, notas anisadas, rasgo vegetal, ligeros apuntes cítricos, todo es delicado, dormido en evolución...

En boca es armonioso, con un tacto glicérico, punto seco, buen peso de la fruta blanca y una rica acidez que sabe armonizar el conjunto, lo paladeas y lo disfrutas, aunque con esa sensación de que lo mejor, está aún por llegar...