Tras disfrutar con este vino en una buena comida y en torno a una buena conversación, no me queda ya casi nada q decir en torno a este mundo del vino. No se si existe la perfección, pero si existe, este vino esta tan cercano a ella q me siento incapaz de calificarlo, de dar una nota de cata, de decir nada. Es, simplemente, sublime y magistral.. No he probado La Romaneé-Conti pero esto es un vino tremendo. Siento q esta nota de cata no sea muy convencional, pero no me siento capacitado para describir todo lo que este vino me aporta. Le daria mas de un 10, Matricula de Honor Cum Laude y cualquier otro adjetivo q uno se pueda imaginar para describir este vinazo.
No he preguntado el precio de la botella xq, sinceramente, me importa un bledo... como dijo Gable en Lo q El Viento Se Llevo

También viene disfrazado de Robinson Crusoe, y uno no sabe si beberlo de rodillas (que va a ser que no), si llorar de alegría (que tampoco) o rellenar la botella con DON SIMON e ir a la tienda a reclamar con el tiquet por si cuela.
No sé qué decir. No sé que hacer.
Sé que quiero otra botella, por favor !!!!!

Servido como séptimo vino en la cata realizada en el Casino de Madrid. Este vino, cuya añada ha mitificado la crítica, tiene mucho de todo (incluyendo sus 100 puntos Parker, que para ser un Borgoña tiene su mérito :-). Se nota que ese año hubo mucho sol durante el periodo de maduración. Color más cubierto que el 91 o 93. En nariz frutas rojas muy maduras y el característico toque especiado. Es el de corte más mediterráneo de los diez catados. Llena la boca, es muy carnoso, casi se masca una grandísima fruta, explota en la boca y deja un magnífico postgusto, aunque no tiene, posiblemente, la complejidad y misterio del 91 y 93. Aún así, en una cata comparativa gana por potencia frutal, calidad de fruta y equilibrio global. Resulta, quizás, algo obvio dentro de su grandeza pero se disfruta enormemente. Puro vino de placer.