Una nueva dimensión entre los Kabinett

Dorado limpio y brillante.

Nariz de buena intensidad, de una complejidad y superposición de capas que sencillamente nos asusta. Cuando tienen más de 10 años, los vinos de este pago y productor dejan un bouquet de hidrocarburos increíble por su finura e integración. Además, en este caso añade frutas blancas frescas, piel de cítricos, especias dulces, trazas minerales e incluso efluvios florales. Con más aire aparecen recuerdos ahumados y balsámicos. Una joya, un vino para recrearte una y otra vez en su nariz.

En boca es la finura, la redondez, la mineralidad. Sin ir sobrado de acidez tiene lo que hay que tener, dejando tras su paso liviano y sensual unas deliciosas sensaciones de frutas blancas y tonos minerales con una persistencia amargosa que invita a seguir disfrutando de su compañía. Quizá no sea un vino para guardar mucho más, pero ahora da la sensación de estar en su momento más perfecto de consumo.

Hay una cosa que está clara en el riesling alemán y es que Egon Müller está un escalón por encima del resto. Esto quizá no se ve hasta los 10 años de guarda, momento en que sus vinos cambian y adquieren una complejidad inigualable. Este “sencillo” Kabinett no es más que una muestra de ello, una auténtica nueva dimensión entre los Kabinett. Un vino y una noche para el recuerdo.

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