Es que este vino es un segurín. Me encanta y tiene una regularidada y calidad tremenda, con un toque a caballo entre lo clásico y lo moderno.
La nariz es fresca, a pesar de tener ese espíritu clásico. Fruta roja compotada, con toques de cuero, tabaco, maderas finas y guinda en licor. Surgen las especias dulces y picantes, con pimienta negra, clavo, vainilla, nuez moscada... Aromas ligeramente cárnicos, café, mineralidad y tierra húmeda, lácteos muy sutiles, flores y unas notas vegetales refrescantes.
En boca tiene una buena entrada con esa fruta y las notas de tabaco y gunda en licor. Muy buenos amargores, acidez muy refrescante, con esas abanico de especias dulces y picantes (clavo, nuez moscada, pimienta roja y negra, clavo...). Los tostados salen a la palestra con notas de café, suaves lácteos, flores, mineralidad, ahumados, sutiles notas de cuero... Muy complejo y con vida aún. Tiene esqueleto y estructura para aguantar unos cuantos años, aunque ahora está tremendo, con ese tanino meloso que tiene. Postgusto largo con notas de tabaco y balsámicos.
Un vino muy grande que evolucionará de maravilla y al que esa garnacha de La Pedriza de Tudelilla le ha dado un toque más freco.
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