Educado para gustar; para agradar a muchos...o a todos.
Equilibrado, respetando la zona, la tierra. El origen...
Visualmente viste un color picota de capa media-alta. Lagrima visible, definida y transparente en la copa.
De la primera copa a la última hay bastantes matices: asoma y se percibe potente, intenso.
Pero en cuanto le damos tiempo y aire, la cosa cambia. No necesariamente pierde gracia; al contrario:
Gana en definición. Pasamos de un golpe de aire Mediterráneo fresco a la aparición de la fruta roja fresca, la madera delicada y ese monte bajo tan característico y atractivo de la zona (tomillo romero). Algún toque balsámico y más fruta.
La boca para nada demuestra que lleva 15º de Priorat en el cuerpo: eso sí, lo que parece que perdemos en estructura y opulencia, lo ganamos en una larga y agradable sabrosura en el trago. Entra muy fresco y decidido. Nos ayuda una buena dosis de acidez. De nuevo reseñar el equilibrio entre roble y fruta aunque para nuestro disfrute será la última, de nuevo, la protagonista. Buena longitud y un final bastante largo y persistente.
Un vino del Priorat plenamente disfrutable ahora mismo y si se quiere, para unos 3-4 añitos de buena guarda segura.
Pagados unos 15€ aprox. en tienda especializada.
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