Una enorme sorpresa

Color amarillo dorado, limpio y brillante.
La nariz es de buena intensidad tras aireación, notas de membrillo, cítricos dulces, maderas húmedas, recuerdos a licores como el coñac o el anís, complejidad por todas partes pero mucha vida.
En boca aún sorprendente mas, buena entrada, seco, acidez viva, vibrante, complejo, anisado, sensaciones propias de su larga crianza, elegante, ligeramente amargo y muy largo.
Es la mayor sorpresa que me he llevado al abrir un vino muy viejo y más aún siendo un blanco, excelente estado de conservación y el vino vivo, para beber, escribiremos más sobre ello.
Un vino inclasificable e impuntuable, aunque en muchos aspectos creo que merece un diez. Como curiosidad añadida, botella de 72 cl. Emocionado.

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