Esta fusión Francia-España, así te la venden, está aún por expresarse del todo. Pero sin duda "suena" mejor el vino que el nombre. La imagen es como la de su primo el Ribera, pareciendo que se unen dos etiquetas en señal de la unión de sus dos creadores, Michel Rolland y Javier Galarreta.
Uno no hace más que ver matices de buen caldo, pero está como en una línea pronta, incluso como contenido o siendo más crítico, como aburrido, sin tener gancho ahora.
De color cereza intenso con el borde cardenalíceo. Aroma potente, mezclum de frutas rojas y negras, desde fresas maceradas a moras silvestres, cacao, notas de alcohol y especias, algo punzantes éstas. En boca parece mostrarse más maduro en cuanto a fruta, también sale más la madera en ese primer aroma de boca, es estructurado, el tanino está muy vivo, por pulir, deja sin embargo un postgusto a regaliz muy interesante.
Aún así está rico, pero un tanto global, le falta tipicidad.