Botella comprada en Febrero de 2003.
Bonito color ambarino con destellos anaranjados muy pronunciados, que denotan su evolución desde los típicos amarillos y dorados de los moscateles jóvenes. Muy limpio y brillante.
Nariz con notas ligeramente enranciadas de inicio, entre un amontillado jerezano y un fondillón alicantino, que van dando paso a toques amielados, albaricoque, tiza, orejones, de buena intensidad y complejidad.
En boca tiene peso, es muy sabroso, y aunque aparecen esos tonos auvados tan reconocibles, están bien conjuntados con toques afrutados (piña en almíbar) y cítricos y ese fino enranciamiento que le da complejidad y lo hace francamente apetecible y nada empalagoso.
No sabía lo que iba a encontrar en este vendimia tardía tras más de 10 años, pero la botella ha mejorado notablemente lo que este vino ofrecía en su juventud.
Muy bueno
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