Me he atrevido con él, y eso que esta noche no iba a tintos, pues el corcho estaba supurando y me he temido lo peor.
Al abrirlo, el tapón se ha caído en el interior, hemos empezado mal. Sin embargo, desde la primera copa todo ha ido sobre ruedas: al principio parecía ajerezado y nos ha recordado a algún orange wine pero poco a poco se ha venido arriba.
Ciruela, tomate, hojas de sen, pimienta, trufa, caza, pólvora, piedras... Dicen que los vinos viejos confluyen, todos no. Este Fontanafredda conserva plenamente su tipicidad nebbiolo.
Boca delgada, tirante, ácida, rústica y afilada. Deja una impronta tremenda en el paladar. Aún notamos el alcohol y el tanino. Parece que pese a sus 48 años siguiera retándonos.
Final largo, perfumado y con toques sanguinolentos.
Un grande que creo que está en la cúspide. Yo no esperaría mucho más.
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