¡Bien tirada, Martín!

El albariño por antonomasia en las cartas de los restaurantes se comporta muy pero que muy bien. Tiene un porte incluso elegante. De color pajizo con casi ausencia de tonalidades verdes, con lo que ya se le adivina algo. De golpe en nariz cítrico, lima, y cierto perfume de talco, piña y albaricoque verde, hierbas de tocador e infusión, recuerdo al té de roca. En boca resulta refrescante con ese punto herbáceo, unido a su acidez, balsámico y con un final cítrico amargoso. Tipicidad.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar