Ambarino cobrizo, limpio y brillante.
Nariz potente y algo atípica, en la que muestra aromas a orejones, pasas sultanas, melocotón en almíbar y ligero café. Una pena que el alcohol enseguida empiece a despuntar.
Más volumen que potencia en boca, donde presenta una elevada carga de dulzor, si bien gracias a su buena acidez no resulta empalagoso. Sensaciones de pasas, orejones, pan de higos, regaliz, mentolados y café. Tacto untuoso y larga persistencia.
Interesante P.X. sin crianza en bota de roble. Su acidez permite que sea disfrutable puesto que cuenta con una dulcedumbre más que notoria. Alcohol todavía sin integrar.
Me trajo un amigo un par de botellas de este vino (a Rosa le gustan) y de algún otro de Montilla. Por cierto, entre ellas venía el amontillado de Pérez Barquero, que está realmente bueno. Tiene un toque algo más amable y cremoso que los amontillados que he probado de Jerez, igual porque en Córdoba los hacen con Pedro Ximénez en vez de Palomino.
La verdad es que Pedro Ximénez dulces cada vez pruebo menos. Ahora me gustan más los vinos jerezanos secos.
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