Botella de diseño precioso y originalísimo.
Presenta color dorado pálido, muy limpio y brillante, con reflejos dorados.
Nariz agradable, en que se aprecia fruta de hueso, más bien albaricoque, junto con suaves tostados, muy bien integrados, así como hierba recién cortada y mineralidad calcárea.
En boca es fresco, muy intenso, con más fruta que en nariz. Untuoso, equilibrado, con acidez excepcional, elegante y con volumen. Conjuga perfectamente suaves tostados con mineralidad. Posgusto vegetal, persistente, estupendo.
Nada que ver con mi concepción de la Verdejo, como ya comenté de la Malcorta de Javier Sanz. Dos vinos magníficos.
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