Un reconocido paraíso

Con las descripciones del local y sus exteriores hechas por los amigos @ESTHER LAEZ y @ANTONI_ALICANTE no describiré nada más porque nada ha cambiado. Su estrella Michelín y sus dos soles Repsol se mantiene de forma merecida. Tan solo añadir que la cocina está a la vista del comedor interior que tiene un arco que lo parte en dos espacios comunicados.

En esta época puedes tomar el aperitivo en la terraza y seguir dentro pero dado que nos han asignado mesas junta al ventanal y que somos de los primeros preferimos entrar dentro para que fluya todo más fácilmente. Efectivamente al poco rato se llenaron todas las mesas y nosotros ya viajábamos a velocidad de crucero.

Con el problema de la conducción se limita mucho el tema del vio, así que nos conformamos con una entrada de vermuts Lustau blanco y Lustau rojo traídos ya servidos aunque detrás vinieron las botellas y las explicaciones correspondientes de los vinos. Son la esencia de Jerez en vermuts y ambos fueron bien preparados y recibidos. Después quise continuar con una copa de tinto y a mi propuesta de descartar locales Riojas y Riberas me proponen y acepto un Priorato de elaboración más actual (menos cuerpo) y me gustó el Vall Port 2018 tinto un coupage con predominio de cariñena y garnacha peluda de Porreras que acompañó bien al principal.

Las mesas perfectamente vestidas, anchas cómodas, muy separadas, con buenas copas y cubiertos, variada vajilla; buen ritmo de salida de platos de cocina.

Para comer descartamos los menús Retrato (70€) y Bodegón (110€) y nos decidimos por ir a la carta ya que hay un principal previsto y que no figura en los menús, porque aquí hay estrella pero también hay historia y esa historia se basa en Pepa y sus platos de cuchara y arroces que ha seguido la actual jefa de cocina Enmanuelle Baron como responsable desde el año pasado, aportando su modernidad traída desde Bon Amb (la empresa dueña actual) por el chef Alberto Ferruz. Simbiosis perfecta.

En la sala y también procedente de la empresa madre, Bon Amb, está Juan Navarro y su equipo para conseguir que todo sea académicamente perfecto sin estiramientos y buscando que seas feliz; no se puede pedir más.

Nos pusieron un par de panes distintos (coca de masa madre y aceitunas y pasas a cual más peligroso por su calidad) y un AOVE Rontonar local muy bueno multivarietal con presencia de alfafarenca blanqueta y Villalonga más un curioso salero con sal de las salinas de Villajoyosa a modo de vela. Junto a ello y también por cortesía de la casa vinieron unos aperitivos:

. un trío compuesto de coca de crujiente de pollo de su piel, encurtido valenciano del corazón del pepino y paté de pollo asado: resultaron 3 bocaditos con diferentes texturas y sabores. Notable alto.

. pan brioche rustido con anguila ahumada y alcaparras: figura como una opción de carta (que había pedido) pero aquí viene gratis quizás en versión más reducida pero igual de buena; curiosas las alcaparras no encurtidas suno secas. Muy bien.

A partir de aquí lo pedido y pagado:

. tomate del terreno al rescoldo de leña de naranjo escabeche y papada ibérica: gran diferencia de sabores y texturas pero todos aportan y nadie tapa a nadie. Muy conseguido y muy de producto local versionando las preparaciones. Sobresaliente.

. flor de alcachofas x 2: fuera de carta pero en temporada, un par de alcachofas perfectamente peladas rebozadas y superpuestas a modo de flor con una cama de láctico de ibérico (que bien combina jamón y alcachofa) y yema curada en sal en su interior y rematado en mesa con una juliana ("lluvia") de trufa negra. Todos potentes, todos presentes. Sobresaliente.

. caldereta de marisco en dos vuelcos: en primer lugar viene la caldereta propiamente dicha con cigala de playa patata confitada y vainilla. Para rematar al caldo sobrante se le incorpora huevo frito con su puntilla y almendra triturada  más un nuevo pan tipo brioche especial para mojar hasta que no haya que meter el plato en el lavavajillas. Para ponerle un piso a esta caldereta. Imprescindible.

No tomamos postre pero sí un muy buen cremaet (de tamaño doble) y carajillo con Baileys para lo que nos trajeron, por cortesía de nuevo, un emblema de Casa Pepa consistente en una bolita de naranja explosiva; además unos petits fours: merengue y yuzu, macaron de limón, nube de coco y profiterol de chocolate y moka.

Además y de nuevo por cortesía y extraordinaria amabilidad supieron de la festividad de la santa y nos pusieron un detalle de tarta propia sobre un plato con felicidades escrito en chocolate. Chapeaux.

Un sitio que va mereciendo más de los reconocimientos que ya tiene y que superó las expectativas de celebración onomástica.