De momento, no volvemos

Comida de domingo en LA AÑADA. Restaurante de reciente apertura ubicado en la calle Rosa de Silva, al lado de la “milla de oro” de la restauración madrileña (La Dorada, Txistu, Donostiarra, casa Juan, etc.), y que, de alguna manera se quiere parecer a ellos (fotos de famosos, carta y decoración similar, etc.). Bueno, pues fuimos a probar… para no arriesgar demasiado reservamos con descuento por El Tenedor. 4 personas. En primer lugar, 2 eurazos por cada cubierto, como éramos 4, en total 8 euros (mil trescientas treinta pesetas) nada más sentarte, y nos tuvieron una media hora esperando por los primeros sin una triste aceituna. Poca vista, muy poca… no cuesta nada poner un aperitivo con la bebida y tienes a la gente tranquila hasta que llega la comanda, pero si es que ya lo estás cobrando! Pero bueno...

De entradas, a compartir, chanquetes con huevo. Buena ración, buen sabor del pescado, y muy buena la combinación con el huevo y la cebolla pochada, un 9 para este plato. También para compartir, patatas revolconas con torreznos, plato penoso, para devolver a cocina, un mazacote de patata machacada con pimentón y unos seis torreznos un poco rancios por encima (la broma 13 euros). Al final nos los comimos por no liarla, y porque había hambre. Un 0 para este plato. De segundo, callos a la madrileña, melosos y muy ricos, casi lo mejor de la comida. Arroz a banda para dos. Otro fracaso, el arroz pasado. Un apunte: si metes el arroz al horno para terminarlo, ten cuidado, que como te pases de horno lo fastidias… Sabor muy plano, con abuso de colorante, mi hija (10 años) dijo que era parecido al que le ponían en el comedor del cole, pues eso… un arroz de menú del día de bar de carretera. Además servido en paella talla XS, o sea para uno, si no recuerdo mal habíamos pedido un arroz para dos, y efectivamente así lo cobraron (28 euros). También de segundo un bacalao a la vizcaína. El bacalao era una buena tajada, bien desalado, pero nadando en aceita y agüilla, o sea, que la salsa no estaba ligada, lo que deslucía la calidad del pescado.

Para terminar, una tarta de queso, industrial con nata de spray, y un hojaldre de manzana con helado, que llegó casi quemado. Pero bueno, qué pasa?, que meten las cosas en el horno y no las vigilan, ó qué lo tienen muy alto y se les quema todo?.

Para beber dos botellas de vino blanco Con Class Verdejo, la primera de ellas llegó un poco caliente a la mesa, y hubo que reclamar una cubitera con hielo, detalle que no hubiera tenido mayor importancia si no es por qué el camarero abre la botella, y en lugar de dar a probar el vino y preguntar si estaba a nuestro gusto se lía a echar una buena cantidad en todas las copas de los comensales sin ton ni son, con lo que acabamos rajando porque nos tuvimos que beber el primer copazo de vino calentorro. Es decir, servicio poco profesional. Dos cafés con hielo y… los chupitos?.... los bombones, las tejas…? Ni los pusieron, ni los ofrecieron. Pues nada amiguitos, si queréis estar a la altura de casa Juan, o del Donostiarra, tenéis que cuidar estos detalles y enrollaros con el cliente, que reitero que os lo está pagando. La cuenta: 145,50 euros (teniendo en cuenta lo que comimos, un auténtico sablazo, r.c.p. penosa). Menos mal que íbamos a probar y con descuento. Bueno, pues probado está, pero, o cambian mucho, o a mí no ve vuelven a ver el pelo por aquí.

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