Ubicado en el casino mercantil o similar del que toda ciudad que se precie de serlo no puede prescindir, en la segunda planta de un precioso edificio modernista de la calle Santa Clara.
Local de decoración neoclásica con un punto de audacia renovadora en el color de las paredes. Amplio, diáfano, techos altos.
Cocina creativa a partir de la base de platos zamoranos tradicionales.
Disfrutamos de un menú degustación previamente concertado consistente en:
• Sushi de hongos y salmón en salazón.
• Sopita tamizada de ajo al perfume de lechazo.
• Gambón rosado en costra de patata sobre cachuelas a la zamorana.
• Bacaliao: bacalao confitado en caldo de agar, brandada de bacalao, pilpil gelificado y piel crujiente al curry.
• Canelón de tocino blanco y morcillo de ternera alistana en salsa de soja.
• Las delicias dulces.
Como resumen, una correcta cena, con buena ejecución en general, subidita de sal, con atractivas propuestas en ocasiones, y excesivamente concentradas o pesadas en otras.
Los vinos eran “de sobaquillo” y los trataron magníficamente.
Una muy agradable velada en la que destacó la compañía, inmejorable, y el servicio, a gran altura.
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