En las profundidades de Asturias

Después de una mañana de ruta por los Lagos de Covadonga, rodeadas de vacas pastando a sus anchas sobre ese verde asturiano y unas increíbles vistas reparadoras de cuerpo y alma, la elección del restaurante nos resultó de lo más acertada.
El sitio, espectacular, el servicio, sosegado y amable y la comida, magnífica.
El entorno es idílico (Sierra del Sueve), sólo recorrer el camino de la carretera de La Salgar hasta llegar al restaurante merece mucho la pena. Quién diría que en ese recóndito lugar, paraíso de la naturaleza, se sitúa este rincón gastronómico con 2 estrellas Michelín, pero, ¡así es Asturias!, sorprendente.
Preferimos opinar de un restaurante de esta categoría habiendo tomado su Menú Degustación, para que nuestra opinión pueda ser lo más amplia y acertada posible, sin embargo, nuestro estómago no nos lo permitió en esta ocasión y decidimos hacer una comida algo más corta (entrante-plato-postre).
Aperitivo de la casa: Mantequilla de cítricos y granizado de gazpacho con crujiente de jamón (muy bien para empezar)
En primer lugar unos entrantes: para mí, miniverduras fresquísimas y en su punto; para ella, La fabada, muy, muy buena, pero si tuviéramos que elegir, quizá (y sólo quizá) nos quedaríamos con la de Casa Gerardo.
Y como plato principal: para mí, el pollo de corral asturiano, el pitu de caleya, guisado con raviolis de sus menudillos, de intensísimo sabor, ¡sublime!, todavía lo recuerdo; para ella, Cochinillo confitado con espuma ligeramente picante y piña glaseada, diferente tanto en la presentación como al paladar, nos encantó.
Y de postre, como no podía ser de otra forma para unas amantes del queso, Quesos asturianos con sus contrastes, en el que destacaba un desconocido para nosotras Gamoneo o Gamonéu, seco y ahumado, muy buenos.
En ausencia de Sumiller, la maître y Jefe de Sala se encarga de esta labor (correcta).
Como colofón, café en una espectacular terraza exterior, acompañado de la cortesía de la casa, una fabulosa puesta en escena de nubes de lima, bombones en forma de cucaracha y unas originalísimas trufas enterradas en polvo de galleta de chocolate dentro de un cofre. Y en este ambiente y con esos paisajes, daban ganas de quedarse allí a vivir.
En fin, un día de esos que no se olvidan.

  • trufas enterradas en polvo de galleta de chocolate dentro de un cofre

    trufas enterradas en polvo de galleta de chocolate dentro de un cofre

  • Cochinillo confitado con espuma ligeramente picante y piña glaseada

    Cochinillo confitado con espuma ligeramente picante y piña glaseada

  • pitu de caleya, guisado con raviolis de sus menudillos

    pitu de caleya, guisado con raviolis de sus menudillos

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