Restaurante de cocina tradicional gallega. Entorno agobiante con mesas

Restaurante de cocina tradicional gallega. Entorno agobiante con mesas demasiado juntas. Ruidoso. Mala suerte: Estuvimos junto a dos comidas de grupo. Nos sentaron, pese a tener la reserva con 5 días de antelación, como castigados, en una mesita entre el pasillo y caja. Servicio sin ganas de agradar.
Comida para 2: Invitan a un par de zamburiñas.
Entrantes: 6 ostras (no son tipo Napoleón, pero muy buenas); pulpo a la gallega (tierno, sobresaliente); empanada de zamburiñas (riquísima).
Segundos: Bacalao a la gallega (muy bueno) y lubina salvaje a la gallega (excelente el punto).
Postres: Flojean demasiado: Milhojas con frambuesas (!qué desastre!) y queso gallego con membrillo (bien, a secas).
Vinos. Carte frustante para una estrella Michelín. Corta y comercial. Pedimos Bagoa do Miño As Laxas 2006 (18€ inc. IVA). Correcto de temperatura. Tuvimos que pedir 2 veces la cubitera que nos pusieron encima de la mesa. Todavía menos espacio.
Sin detalles en la sobremesa.
Total: 122.50€ (inc. IVA).
Nota 1: Complicadísimo para aparcar.
Nota 2: En 2008 perdieron la estrellita (no me extraña)

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