Cuidado local con una excelente sala de catas y un buen restaurante anexo, o viceversa. Tiene un bar en la planta baja, que ejerce de superior, y un restaurante con pocas mesas en el sótano, además de la sala de catas.
Mesas vestidas informalmente, servilletas de papel (a mejorar), buenas copas y cocina basada en medias raciones y algunos platos.
Comimos todo de forma compartida:
Alcachofas con berberechos, bien las alcachofas y mal los berberechos, hechos en exceso convertidos en un chicle sin sabor
Salteado de bolets con butifarra, sabroso
Hamburguesa de sobrasada, bien
Chuletón de buey, bueno perfectamente hecho (es decir, poco)
Bebimos un Astrales Christina 2008 que llevamos nosotros. Nos cobraron 9 euros por el descorche, y dos copas de un blanco viognier de Terra Alta (creo)
De postre:
un coulant (bueno)
un gin tonic en texturas (bueno)
y dos copas de PX Ximenez Espínola cortesía del restaurante.
Buena carta de vinos a precios lógicos.
El pero: con el comedor lleno es algo ruidoso.
Buena propuesta