Siendo dia siguiente a san Juan, casi verano parece que la opción de cenar allí es complicada: en la terraza tiene un grave problema de mosquitos que no se soluciona (medios hay). En el interior sigues espantando mosquitos durante la cena, pero al menos el aire acondicionado merma el problema. Pocas mesas. Nosotros eramos 6 para cena de trabajo.
Unas cervezas de entrada de barril y alguna clarita, con unos cacaos y galletitas crujientes (porque las papas estaban insufribles) y unas aceitunas en la barra de fuera, nos acabaron de decidir para cenar dentro por el tema de mosquitos. En la mesa alguna de agua, todas individuales (que encarecen la cuenta) y pasamos al tema de vinos: pedimos un Los Almendros tinto y tras varios intentos de encontrarlo en la bodega, hubo que ir personalmente a buscarlo (sabía donde estaba) porque como las letras de El Angosto (la bodega) eran más grandes pus no era Los almendros sino El Angosto, lo cual ya coloca el conocimiento de los vinos en una realidad poco atractiva. No sabía la cosecha que era 2010. Destapamos y estaba totalmente picado, lo cual hice que comprobara y ante la evidencia, optamos por cambiar e tercio ya que una segunda botella picada parecía probable y ya sería demasiado. Optamos por Venta del puerto nº 12 ya más conocido y que cumplió bien. Fué repartido de forma que enseguida se acabó la botella y rápidamente se solicitó si abrían otra y dado el calor y que las copas estaban demasiado llenas, optamos por esperar para que no se calentara.
Al acabar los entrantes, pedimos otra botella y optamos por cambiar pues había un Esporao 2001 que era una opción aún menos conocida por el grupo, pero acabaron sirviendolo cuando algunos ya habian acabado el segundo plato y otros optamos por comer el pescado frío esperando el vino que además se hubiera beneficiado de un ratito abierto pero conservado el frio. Dados a catar y servicio de `primera copa y luego en mesa.
De comida no habia clochinas, no habia tellinas y aperitivos propios de la zona, nos proponen tomate raf con ventresca (esto es ya casi como un verdejo fresquito emblema de todo restaurante) que luego resultaron que no eran tomates raf y que la ventresca regular, llevaba además unas taperas. Unas croquetas de pollo (dos por persona) aceptables. Un plato al centro de queso manchego curado y jamon ambos buenos (lo mejor de los entrantes, lo que dice bien poco de la cocina).
De segundos optamos 4 por el pescado (único) que había, lubina, en ración justita, con patatas fritas (extraña compañía para el pesacado); otros dos optaron por entrecotte que fué mejor opción de ración y de sabor.
De postre ofrecen el postre del día que era helado de horchata con dulce de leche; el helado eran cristales de hielo y el dulce de leche no pasaba de ser dos líneas gomosas dejadas caer (como de un bote de mostaza) encima del helado. Una ración de fruta cortada. Cafés y dos chupitos de orujo que desconozco si se cobraron, pues la cuent fué incluida en el alquiler de una sala pequeña para una videoconferencia.
No es dificl encontrar mejores sitios para cenar a la orilla de la playa. Quizás a medio dia, con el tema de arroces no sea tan mala opción, pero para cenar.....