Una gran decepcion

Habiíamos oído hablar de este sitio con bastante buenas críticas, sin embargo no es oro todo lo que reluce.

El sitio esá decorado con lo que parece hoy en día la última tendencia: cajas de vinos recicladas, sillas desparejas, paredes negras con el menú escrito...

La primera impresión fue buena, hasta que nos fijamos en los manteles individuales de plástico sumamente desgastados por el uso,las cartas de cartón malo, las servilletas de papel y en un cerco de vino de una botella, que en el mejor de los casos sería del anterior cliente, esto se podría perdonar en un restaurante de menú del día en la Costa Brava, pero no en un establecimiento de restauración ubicado en calle Jorge Juan.

Esto no fue todo: Con el restaurante vacío el camarero nos puso pegas para usar una tercera silla para dejar nuestras cosas;nos pusieron mala cara por pedir cerveza en lugar de vino; no nos sirvieron pan hasta un rato después de habernos traído la comida y sólo cuando se lo comentamos al jefe de sala; nos retiraron los platos nada más llevarnos el último bocado a la boca; al final nos lanzaron las cartas de postre sobre la mesa denotando una gran habilidad al hacerlo, pero una pésima formación como camareros.

La comida estaba bien, buen género y bien presentado, pero no lo disfrutamos debido a la hostilidad con que nos trataron.

Nuestra experiencia no fue buena, no volveremos y no lo recomendamos

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