Fin de semana en Santander, y visita a un emblema de esta ciudad, la Bodega del Riojano, situado al principio de la santanderina calle del Río de la Pila. Angosta entrada, con barra a la izquierda y un pequeño grupo de mesas a la derecha que sirven para picar unas raciones. Al fondo se sitúa un amplio comedor, lleno de barricas pintadas que conforman el denominado Museo Redondo.
El local después de estar cerrado durante unos cuantos años abrió en 2006 de la mano de Carlos Crespo Viadero que ha sabido mantener su esencia y encanto. El Riojano es uno de esos locales donde se respira autenticidad, años de historia, y tradición. Como dice un amigo, por qué se tienen que cambiar las cosas, cuando funcionan. En Santander, El Riojano es una “marca” con solera que sigue muy viva.
Uno de los platos típicos navideños de Cantabria son los caracoles. Ya he mencionado en ocasiones anteriores, los recuerdos maternales pasados que me provocan. Si tuviera que elegir un plato de mi legado familiar sin duda sería éste. Composiciones que te pueden llegar a emocionar si son capaces de recuperar esos sabores de la memoria, platos que desgraciadamente ya no saben igual. Si alguien sabe de un sitio donde se coman unos buenos caracoles, que no dude en decírmelo.
Los de esta casa están preparados con un potente fondo de carne con hueso de jamón, salsa abundante y alegre. Buenos, para repetir.
Seguiríamos con un tartar de bonito, sorpresa ya que creíamos que la temporada estaba totalmente finalizada. Ejecución en sala de forma perfecta como debería ser en los tartares clásicos, éste así lo es. El túnido se acompaña de cebolla, tomate y mostaza antigua de manera ligera para mantener el sabor del pescado. Se da a probar al comensal para que éste elija las proporciones de los aderezos. Desde nuestro punto de vista, ganaría en sabor si viniera cortado en trozos algo más grandes. Resulta fresco, y mantiene el sabor del ingrediente principal.
Otra preparación clásica, que cada vez es más difícil de encontrar, es la ensalada de codorniz escabechada. Llega a la mesa algo fría de temperatura, que hace que se reduzca su sabor y no se aprecie tanto. Se echa en falta algo de verdura en este escabeche, en lugar del mezclum de lechugas.
A continuación uno de los platos emblema, el bacalao con tomate. Pieza generosa rebozada, y acompañada con una salsa de tomate, cebolla y pimiento. Me imagino el chop-chop que hace que la salsa ligue y coja empaque. La paciencia y el tiempo en la cocina son herramientas ineludibles. Preparaciones que parecen sencillas, pero sí lo son (en toma de pregunta), ¿ por qué es difícil encontrar una buena salsa de tomate ?. Este bacalao transmite cariño, cercanía, familiaridad; es casi como si lo hubiera hecho cualquiera de nuestras madres. A la mía estoy seguro que le habría gustado, y os puedo asegurar que era exigente.
Finalizaríamos con unos pimientos rellenos de carne, la farsa tremendamente jugosa. El ligazón provocado en base al tiempo, el lento calor que todo lo integra. Al parecer siguen la receta original de la madre de Victor, siendo todo un ritual su preparación. Otro plato que agita la memoria y el recuerdo. Sabor casero de antaño, de esa cocina que en parte está olvidada, pero que es muy comprensible por todo el mundo. Imprescindibles.
Finalizaríamos con tarta de queso con mermelada de arándanos, tarta horneada de agradable sabor. Le falta un punto de cremosidad, que creemos podría tener con un punto menos de horno.
Nos quedamos con los platos más clásicos como el bacalao, y los pimientos, además de los caracoles. Creemos que ensalada de escabeche tiene recorrido de mejora.
Bodega El Riojano : Un viaje a otro tiempo.
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