Tarde noche de un jueves de agosto, seis comensales nos acercamos a la picar-cenar en la barra de este restaurante.
De entrada (quizás no fue el orden adecuado) un plato de callos (12 e): excelentes como siempre, acompañados de unas patatas cortadas en grandes, fenomenales de punto de fritura.
Seguimos con dos raciones de bocartes y unas piparras, ambas en tempura. Perfecto punto del pescado, presentándose conjuntamente con unas mayonesas de mango, soja y mojo picón rojo.
Unas latitas (tres y tres) de patatas con hongos, huevo de codorniz y foie unas y bacalao ajoarriero con el huevo las otras. Curiosa presentación con muy logrado contenido.
Cerramos con una ración generosa ante carta de queso a compartir.
Buena oferta de vinos, con todo el frente lleno de botellas, no de las convencionales, marcado en grande en la zona inferior, de forma bien visible el precio por capa de cada una.
Nosotros tomamos por botellas: Viernes 2011 mencía, Garnachas de España una de Calatayud y otra del Priorato (a 16 la mencía y 17 € las garnachas, por botella). Buenas copas con cambio de las mismas con cada botella.
Comentarios:
Como es de esperar, Santander pleno mes de agosto, clima excelente durante al menos dos semanas, la zona de tapas-vinos donde se encuentra este local, los locales con bastante clientela, este con lleno total, supongo que por lo que ofrece.
Entiendo que comer lo que pedimos en la barra, puede resultar difícil o engorroso al menos, pero tuvimos la suerte de poder acomodarnos en una de las mesas altas circulares que dispone el local a la entrada.
Los callos como siempre excepcionales, con su punto de gelatina presente, que casualmente a mí me gusta (entiendo que a otras personas les gusten más sobrios). Según nos comentaron los callos se componen de los callos y pies de ternera, con una elaboración que ya solo oírla, me canso y me parecieron baratos.
Los bocartes grandes, que aunque estemos casi fuera de temporada eran de aquí según el responsable, perfectamente presentados y las mayonesas acompañantes realmente logradas, destacando quizás la de mango que tenía su sabor a tal, sin empalagar.
Las latas elaboradas en la casa, toda una sorpresa agradable, por la presentación, la novedad, bien el contenido y quizás algo altas subidas de precio, a 3.90 euros unos 100 gramos de contenido.
La Tarta de queso, postre que cada día se observa más en los restaurantes, es como comparar un campo de fútbol de primera división con un campo de tierra de una regional, en este caso evidentemente estamos hablando del campo de un club que juega en la Champion.
Entiendo que el comer en la barra este tipo de productos puede resultar difícil y quizás puede resultar más difícil el acertar en cuanto a que pedir en esa situación con tanta oferta. Nosotros acertamos de forma manifiesta.
De los seis comensales, cinco nunca habían estado en el local (si conocían la cocina de Nacho Basurto) y ya hemos todos reservado mesa (en sentido figurado) en cuanto pase el veraneo para comer sentados en el comedor del primer piso.