Tras ser valorado en la última edición de Michelin, como merecedor de un bib gourmands, tras una evolución muy corta (un año y medio). Visita de nuevo a este restaurante en el primer día de este puente de diciembre.
Como se puede comprender, entorno, cristalería, vajilla etc., igual que la descripción anterior.
Dos comensales también, optamos por el menú degustación, que esta vez comprendió:
Aperitivos que constaban de: aceitunas negras aliñadas, chips de patatas de la casa y canutillos de maíz rellenos de queso fresco (estos últimos, sorprendentes a la par que excelentes.
Crema de calabaza, con ibéricos crujientes.
Crema de queso Divirin (queso blando de la zona que creo obtuvo hace poco en un certamen mundial celebrado en Canarias, la medalla de plata) con polvo de nueces y aceite de miel: perfecto punto y buena conjunción.
Risoto de pulpo y espinacas, con caviar de arenque y una crema de perejil: perfecto.
Merluza a la plancha con gambones y espárragos: junto al postre plato estrella de la comida, pues la merluza estaba con todo su sabor y tersura (difícil es éste pescado de elaborar de forma sencilla) y los espárragos, verdes y blancos, al natural con su punto al dente.
Rehusamos el plato de carne, ante la generosidad de la raciones servidas, creo que se trataba de carrilleras sin saber el apellido del plato.
Postre servido en una copa sobre un soporte tipo trípode, con crema de queso fresco y membrillo con una bola de queso manchego al centro: suena sencillo, pero a nosotros que no nos suelen impresionar la postres, este lo logro.
Dos café por persona con petit fours, agua y otra vez un Cumal 2005, completo la comida.
El menú descrito junto al plato de carne, sin agua y vino ni café, sigue a 23 euros.
En conjunto se nota una consolidación y como dicen los profesionales de las guías, consolida la calificación.