De nuevo de regreso esta vez de viaje de Paradores por Asturias y Palencia con lo que en horario tardío siempre es preferible una cocina que no cierra dentro de las 3 posibles paradas entre Madrid y Valencia.

El local ha cambiado un poco su reparto de tareas y ahora ha puesto mesas y sillas altas entre la entrada y la barra donde se sirven las comidas a menú, dejando todo el comedor (más otro que abren si el grupo es grande) para comer a la carta. Estaría bien poner en la entrada el menú y la barra porque entras y ya te preguntan si menú o carta para colocar en una u otra dirección; me recuerda la pregunta de la recomendación en mesa con el vino: "¿Rioja o Ribera?" que merece la respuesta: "pues ninguno de los dos que hay mundo más allá de ellos"; si eres más comedido haces como yo: "depende de que Rioja y de que Ribera hablamos".

Breve espera en las escaleras porque el local está lleno pese a la hora tardía mientras leemos el QR del menú para ir eligiendo. Las mesas se mantienen con mantel y servilletas de tela, buenas copas, cubiertos y platos (alguno descascarillado) correctos. Servicio rápido aunque algo precipitado porque sigue habiendo gente en espera, incluso cuando nos levantamos de la mesa.

No nos traen la carta de comidas pero ya tenemos pensada la comanda; no traen carta de vinos porque voy a tomar solo una copa de tinto y me ofrecen un Ribera y un Rioja y me quedo con Tras las Cuestas 2019 bien servida en mesa aunque sin dar a catar; además un tinto de verano servido en el mismo tipo de copa de vino.

Nos defrauda bastante que en carta había alcachofas que tanto nos gustaron en la última visita y que era un motivo más de la parada. Al final tomamos para dos:

. aceitunas como aperitivo por cortesía de la casa: buena preparación. Destacado.

. sopa de ajo con huevo pochado: servido en cazuelita de barro, sabrosa, bien condimentada, ración correcta. Bien.

. judías con perdiz: buenas fabes, tiernas y cocidas pero enteras, más escasa de proteína de lo recordado; acompaña una piparra sabrosa. Recomendado.

. ensalada de perdiz: mucha rúcula, bien presentada, correcta ración. Bien.

. goxua x 2: postre vasco servido en vaso, menos dulce de lo que parece al contarlo. Más que bien.

Sensación de que las raciones se han acortado algo y los precios han subido (basta comparar con mi última visita); se repite el retraso en la llegada de los principales: por supuesto los camareros son todos nuevos y la jefa de sala trabaja con más que los demás y mejor conocedora del tema de vinos que en viajes anteriores.

Un café, mejor que otras veces, y carretera y manta que ya llevamos mucha horas de coche y aún faltan.

Tras viaje por los castillos de Castilla y con horario ya tardío, una parada en este restaurante que no cierra cocina conviertes una necesidad física en un disfrute. No eres el único que lo piensa ya que el comedor está lleno y tras una corta espera de pocos minutos y nos colocamos en una mesa que puede que ya haya repetido clientes un par de veces en este turno de trabajo.

Se mantiene pues, a pesar de la que está cayendo, en un muy buen nivel de reservas. El servicio en sala muy profesional aunque hubo un notable retraso en la llegada de los principales no sé si por error en la comanda o porque ya dada la hora y el trabajo previo, se había bajado la velocidad de crucero en la cocina. Se mantiene la carta física y dudo que se limpien todas las páginas tras cada consulta, lo cual no es de recibo a día de hoy; poco la consultamos por conocerla de antemano pero para visitantes nuevos, es un grave problema.

No pedimos carta de vinos por el tema de carretera y nos conformamos con cervezas con o sin alcohol, siendo copas de buen calibre. Añadimos un vermut blanco bien servido (con botella traída en bandeja) en mesa. Una botella de Solan de Cabres sin gas completó la parte líquida. Unas aceitunas por cortesía para la espera.

Cuatro para comer con ilusión a pesar de desayuno tardío en parador (mesa y mantel, cuchillo y tenedor). Un pan consistente de amplia miga puesto en mesa nos decide por entrantes compartidos y un principal. Unas buenas recomendaciones dadas a pie de mesa nos decide por:

. yemas de espárragos blancos navarros (advierten que son de lata): gran tamaño, tiernos, aceptamos el consejo de un ligero paso por plancha para solo coges temperatura y solo con un poco de aceite y de alga wakame. Nos modifican la ración (12€) para que todos comamos la misma cantidad, lo que no suele ser habitual. Recomendables.

. flor de alcachofas (14€): nos sorprende que sean naturales y nos dicen que son de invernadero de Huelva ¿?: magnífica presentación en modo explosión (flor totalmente abierta) de una alcachofa de gran tamaño por persona, bien concida y bien salpimentada con caeite de oliva virgen. Imprescindible.

. anchoas de Santoña 000: 4 ejemplares (2,50€ c/u) de los que ya no se ven por el tamaño; perfectas sabrosas, buen punto de sal. Muy bien.

. 2 x ensalada de perdiz en escabeche (16€): amplia ración tanto de verduras como de perdiz. Sabrosa.

. 2 x judias estofadas con perdiz (11€): ración correcta, buen punto de cocción, buena ración del ave con perfecto sabor. Recomendable.

Para postre una fruta del tiempo, una tarta de queso casera correcta y una goxua, postre vasco servido en copa (no en la modalidad de pastel) que acaba siendo menos dulce de lo que aparenta en su composición de nata, bizcocho, crema pastelera y caramelo. Rematamos con 3 cafés y un carajillo, bastante mejorables.

No hubo tertulia de sobremesa porque tenemos intención de parar a comprar los souvenirs del viaje, en el área de servicio 175 (mesón Los Rosales) y así lo hicimos: vino, aceite, hojaldres, mermeladas... más útil que los imanes, jarritas, etc.

Parece que el tiempo no pasa por el lugar y se mantiene como una de las mejores opciones de la autovía. Hay un amplio aparcamiento cubierto al otro lado de la vieja carretera para complementar el espacio delante de la entrada. No hay cambios en el local que mantiene un buen comedor que se llenó y con gente esperando en la barra para el segundo turno.

La carta de comidas me parece recordar que es ahora algo menor pero manteniendo su norte: buen producto, buenos guisos y una cocina de corte clásico bien hecha.

Dos para comer, iniciando por cortesía de unas muy buenas aceitunas e incluso un par de cuñitas de un buen queso manchego curado. Para beber una cerveza de presión sin alcohol (dichosa carretera) y un vermút blanco del que no supimos su nombre; además una botella de agua mineral grande.

Lo comido entre los dos:

. manitas de cerdo deshuesadas y crujientes: bien presentadas, buena ración, algo faltas de sabor.

. ensalada de perdiz, brotes tiernos, tomate, manzana y nueces: amplia ración, buena cantidad de perdiz y buena presentación.

. judías con perdiz: buena legumbre, correcta cantidad del ave, buen punto de cocción.

. alcachofas confitadas: 4 enormes alcachofas que se confitan en aceite para su conservación y luego abiertas a modo de flor se hacen en la plancha. Muy recomendables.

. torrija sobre natillas: un buen trozo de pan sobre unas natillas bien elaboradas.

Unos buenos cafés finales para evitar el letargo en la carretera y el comentario de que parece que los precios han subido un poco.

Un local que me llama la atención por la baja puntuación media que tiene cuando siempre he comido bien.
Local que se caracteriza por ser zona de caza y que incluso vende la perdiz escabechada de fabricacion propia, asi como algunos guisos.

Amplio local, mesas algo juntas, buena mantelería, aceptables copas y vajilla para una cocina de producto y producto sin más.

Cinco que llegan justo a la hora de comer camino de casa. ¿Casualidad? Evidentemente no.

Al centro y compartido:
. morteruelo: suave, buena textura, ligero, fácil para todos.
. berenjenas en témpura con miel de caña para mojar en un salmorejo correcto
. chistorra vasca: mas grande de lo habitual, bien asada al sarmiento, nada grasosa.
. ensalada de cogollos de Tudela con ventresca: amplia ración, buena ventresca

Principales:
. ensalada de perdiz: buena ración de pájaro y de verde
. alubias con perdiz x2: ración suficiente de buenas alubias en buena cocción sin ablandarse.
. garbanzos con bacalao: guiso demasiado intenso de bacalao y legumbre pasada de cocción
. panaché de verduras: correctas según referencia

No hubo postres, sí 4 cafés.
Para beber agua de litro (2), una cerveza, un botella de medio de Finca Antigua 2011 y una de Vichy Catalán grande más una coca-cola completaron la parada de carretera.

Buen servicio de la familia en sala que se preocupan por agradar, servicio rápido algo siempre necesario en sitio de carretera, fácil de aparcar y donde siempre hay buenos coches en la puerta. Buena señal.
Además los precios ya se han moderado.
Coincido, años después, con el anterior comentario que la parada debe ser aquí o en Los Rosales.

El Vasco siempre ofrece buena calidad, lo que resulta de agradecer, por el contrario el servicio es muy decorativo, pero poco efectivo, y en ocasiones, hasta desagradable, sobre todo cuando no está el jefe.

No acepta una moderación en los precios, tal y como se ha impuesto entre todo su gremio.

Junto con el Mesón de los Rosales en Atalaya del Cañavate (Cuenca) son las opciones más razonables para alimentarse decentemente entre Valencia a Madrid, que yo conozca, claro está.

Aprovechando la lectura del comentario anterior de red19....

Este restaurante, ya tiene bastantes comentarios como tal pero como esta situado cerca de la NIII además ofrece por las mañanas el servicio de cafetería y posibilidad de parada para "almorsar"....

Tomamos unos bocadillos de jamón ibérico muy ricos, pero lo que realmente merece el comentario y una parada en el citado restaurante es su tortilla de patatas, de las mejores que he probado nunca.....

Disculpad pero la reseña como tal , debería ma's bien , estar ubicada en la zona restaurantes de tapas, pero como esta ya el restaurante dado de alta , no iba a editarlo de nuevo y me ha parecido digno de mención lo de la tortilla y un sitio destacado para hacer parada a los valencianos cuando nos dirigimos a la Villa y corte...

Salu2

Salu2

Cocina casera, de corte vasco-manchego, bien elaborada.
Destacables las pochas rojas con sacramentos (embutido) y las judías blancas con perdiz (muy mantecosas), que se deshacen en la boca. Croquetas bastante conseguidas.
En verano un refrescante gazpacho.
Buen pescado; a destacar, la merluza y el bacalao. Y unas excelentes cocochas (prefiero las rebozadas acompañadas de ensalada).
Buenas carnes, vacuno y cordero, a la brasa, con especial mención para las chuletas. De guarnición, unas, más que aceptables, patatas fritas (caseras, por supuesto).
De entre los postres destacaré la cuajada y las natillas de la abuela.
Servicio amable y voluntarioso. Es rápido, sabedor de que estamos de paso.
Aceptable RPC.

Visito esta casa desde hace años. Tiene una calidad que está bastante bien para estar donde está. Cocina casera elaborada con gusto, grandes las pochas con perdiz y todas las carnes a la brasa.

En cuanto a vinos está desfasado en referencias y en precios. El servicio inexistente y las copas de arcoroc de vidrio de 2mm de espesor pero hasta ahora tampoco le daba mucha importancia pues la RCP era razonablemente buena.

Después de la última visita, los precios subieron considerablemente. Comimos un par de entrantes y luego un bonito y una alubias con perdiz. De beber Marqués de Caceres crianza y un agua. Junto con un postre y 2 cafés...

En otra época habría estado el tema por unos 38€; la dolorosa fue de 52€ por barba, muy desfasado para el servicio recibido, estar en medio de ninguna parte y en plena crisis. A ese precio hay mejores opciones desde luego

Nuevamente aprovecho la ocasión, y de regreso de Madrid paro a comer en un gran clásico al que no le hacen falta estrellas Michelin para mantenerse en lo más alto a pesar de la crisis. Es significativo que a las 13:30, cuanto entro a comer en el local, ya está a mitad quedando completo a las 14 horas y renovándose constantemente sin parar hasta las 16:30, hora a la que siguen siriviendo mesas. Momorables son las judias, confeccionadas con una materia prima excelente, quedando en su punto la judia. La carne mantiene la esencia del sarmiento con el que se ha fraguado. De postre no podían faltar las natillas de la abuela. La comida regada con un Calzadilla aprovechando que estamos en su tierra. Tienen un pacharan memorable de marca desconocida. Son conscientes de su ubicación y de que su clientela está en tránsito, por lo que el servicio es rápido y esmerado, aunque en mi caso lo tomamos con calma, pues no siempre se da la ocasión de catar verdadera comida tradicional sin más ambages.

La comida preparada para nuestro grupo de entendidos de vinos no nos ha agredecido bien: era muy regular, tanto de calidad como de originalidad. Vinos corrientes. Servicio sin ánima.