Clásico restaurante en el barrio del Carmen, que contrasta con otras propuestas supuestamente más modernas que ’invaden’ este barrio desde hace algunos años.
La cocina es correcta, con atención especial a todo lo relacionado con la micología. Excelente el salteado de ceps, las habitas a la menta y la lubina al horno. Los postres lo más flojito.
Correcta carta de vinos y buen servicio, pero copas mejorables.
Servicio de sala amigable y muy correcto.
Precios elevados. Ojo a lo que se pide fuera de carta, porque la factura final podría aumentar de forma exponencial.
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